El reloj no ha marcado las 13.45h cuando Concha sale del comedor social al que acude a diario a comer. No le queda muy cerca de casa, pero es el que más le gusta. Ella vive en un barrio periférico de Madrid en un piso de la asociación Provivienda, donde convive con tres personas más, hombres y mujeres. “Una vez un hombre del piso me levantó la mano, pero conseguí que dejara la casa”, recuerda Concha, que prefiere no dar su apellido. Define su casa como un lugar donde cada uno de ellos tiene su reto particular que superar. Ella tiene 64 años, problemas de salud, cobra la Renta Mínima de Reinserción (RMI) y paga por su casa 130 euros al mes. De camino a casa, el metro le da una tregua y Concha encuentra asiento. “No es lo habitual, por eso hay veces que me traigo una sillita para sentarme”. Está cansada, el día anterior tuvo jornada de activismo. Madrid acogió el 18 de octubre la IV Jornada Sin Hogar Pero con Muros, de la Asociación Realidades. Pincha aquí para seguir leyendo El Salto

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