La Asociación Realidades ha alarmado este 22 de julio sobre el aumento “descomunal” en los últimos meses de los delitos de odio relacionados con la aporofobia que sufren las personas que están sin hogar. Una realidad que queda fuera de los datos oficiales que publican las instituciones, debido a la gran infradenuncia que existe por el miedo de la víctima a sufrir represalias, la falta de documentación, trabas burocráticas, temor a la deportación o a desvelar su identidad LGTBI.
En el marco del Día Europeo de las Víctimas de Delitos de Odio, Realidades ha valorado que los últimos datos publicados por el Ministerio del Interior, que reflejaban que el aumento de los delitos de odio 2021 se traducía en un 41 % más que cinco años atrás, no recoge la dura realidad diaria que vive el colectivo. Preocupantemente, la violencia hacia el pobre cada vez es más común y más brutal por lo que éste representa.
La alarmante subida de estos episodios violentos coincide con los efectos de la pandemia por Covid 19, que ha provocado un “preocupante aumento” de las personas en situación de calle por la pérdida de empleo, además de dejar en situación de “extrema vulnerabilidad” a quienes ya estaban sin hogar. Prueba de ello es que la asociación registró un 309 % más de solicitudes de atención vinculadas al programa de empleo en 2021, respecto a las registradas un año antes.
Cabe destacar que sobrevivir al raso supone el recorte de hasta 30 años de esperanza de vida, según datos manejados, y multiplica las posibilidades de sufrir agresiones y violencia generalizada relacionadas con la aporofobia. Un factor que se eleva según las intersecciones de la persona, como el género; raza; orientación o expresión sexual; identidad de género; ideología o discapacidad.
Según datos del Observatorio de Delitos de Odio Contra las Personas Sin Hogar –Hatento– tan sólo el 13 % de las personas que están sin hogar que han sido víctimas de un delito de odio por aporofobia ha denunciado, frente al 47 % que reconoce haber sufrido esta tipología de violencia. “Yo diría que todos los que hemos estado en situación de calle hemos sufrido odio”, comenta Javier, participante de Realidades.
Otra de las consecuencias del alza de los delitos de odio por aporofobia son las medidas públicas que estigmatizan al colectivo, como la arquitectura hostil o decisiones como la del Ayuntamiento de Alicante que prohíbe dormir en espacios públicos con multas imposibles para quienes no tienen recursos. Los discursos de odio alimentan la violencia por discriminación.
José Luis, participante de la Asociación Realidades, cuenta que la mayoría de las personas que están sin hogar han recibido violencia por aporofobia. “Es frecuente que algunos vecinos te increpen, escupan o amenacen con quemarte”. “Sin entrar en los insultos diarios que recibes con el silencio de las personas que pasan cerca y no hacen nada”, concluye.
Las mujeres son las más expuestas a sufrir delitos de odio por ser pobres. Y es que el 70 % de las mujeres en situación de sinhogarismo ha sufrido violencia de género, según datos de la Universidad de Barcelona en 2019. Una de las participantes explica que durante la pandemia se vio obligada a hacerse pasar por hombre para sentirse “protegida”. “Si creen que eres un hombre pasas más desapercibida”, cuenta.
Desde la Asociación Realidades se trabaja por recuperar los derechos perdidos del sinhogarismo desde 1992, proporcionando servicios que cubren las necesidades de los participantes en materia de alojamiento; empleo; centro de día -duchas, lavadoras, comedor o conexión a internet-; talleres de sensibilización o terapia psicológica. Solo en 2021, los trabajadores acompañaron a 780 personas, frente a las 650 de un año antes.
Desde la organización destacan que un 51 % de participantes del programa de inserción laboral logró un empleo durante el 2021, que consiste en proporcionar un acompañamiento integral a las personas que sufren la exclusión residencial en materias como la intermediación de empresas, el asesoramiento laboral o formación en empleo.