Esta es la historia de una resiliente: una mujer migrante bisexual y en situación de calle. La realidad de María, con independencia del orden de sus intersecciones, es la de una persona fuerte que ha ido superando todas las trabas que se ha ido encontrando en los últimos años.

Ríe mientras ve cómo se transcribe la entrevista. “Antes escribía tanto que decían, ‘María escribes testamentos’. Me hacía mucha gracia porque la escritura era una de mis pasiones junto a la lectura”, dice recordando tiempos pasados. Han pasado casi cuatros desde su llegada a Madrid en plena búsqueda de cambios.

Nuestra participante del Centro de Día de Realidades explica que todo cambió cuando sufrió el robo de un conocido en el que confiaba. Sin ahorros y sin ningún apoyo familiar en la ciudad, María empieza su relato explicando que ha sumado ya muchos meses durmiendo al raso y otros tantos en albergues. Aquí comienza el relato de lo que implica ser mujer migrante LGTBI y estar en situación de calle.

En la actualidad, miles de mujeres se encuentran sin hogar, siendo la falta de empleo una de las principales causas que engloba desde empleadas domésticas que están sin contrato, a víctimas de explotación hasta víctimas de violencia de género, una realidad que golpea a un 70 % del sinhogarismo femenino.

“Las mujeres suelen juntarse con otro hombre o ir siempre acompañada de un grupo de conocidos para tener más protección… más seguridad. Ser mujer y estar sola en la calle es muy, muy, muy difícil”, enfatiza. Sigue explicando que las mujeres suelen enfrentarse continuamente a agresiones sexuales, robos, palizas y todo tipo de abusos.

“¿Dónde están nuestros derechos? ¿Por qué hay gente a la que se le respeta y gente a la que no? Aquí somos todos iguales. Todos somos seres humanos y todos tenemos derechos. Y nosotras también”, asegura. Asegura que prefiere dormir en los albergues, pese a que la exposición a sufrir violencia permanece. No obstante, no siempre tiene la suerte de dormir bajo techo.

“A una mujer en la calle le pasa de todo, de todo”. María hace años que decidió hablar alto y claro sobre la realidad que vive ella misma y sus compañeras. “Es común que las mujeres sufran abusos sexuales. Hay que acabar con todas las discriminaciones que sufrimos”. Insultos, vejaciones, violaciones o palizas. Así es la realidad que exponen muchas mujeres que se encuentran sin hogar. Otra de las participantes de Realidades ha narrado que tuvo que «disfrazarse» de hombre -con la ayuda de la mascarilla que le cubría gran parte de la cara- durante los peores meses de la pandemia para tener mayor seguridad.

Otro de los hechos más comunes son los robos. A María le han robado en varias ocasiones. En una de ellas perdió sus gafas de visión. No las volvió a ver. Otro día se le cayó la cartera en la que iban sus ahorros para poder renovar el NIE. Cuando la recuperó, el dinero ya no estaba, complicándose también el acceso al sistema sanitario.

Tampoco pasa por alto el hecho de ser bisexual, otra de las intersecciones que exponen más a María a sufrir discriminación múltiple a causa de la LGTBIfobia. “¿Discriminación? No puedo con ella. Mi identidad es LGTBI, por ser bisexual, y mis mejores amigos son LGTBI”, explica, mientras acentúa a que la violencia hacia el colectivo es “algo muy común”.

“El otro día estaban agrediendo a una compañera trans en Ópera”. Sin dudarlo acudió a defender a la agredida. “A ojos de los demás somos vistos y tratados como basura, sin saber las circunstancias de cada uno. Todos somos seres humanos y todos tenemos derechos. Independientemente de lo que seamos, hay que respetar”, asegura. Como persona migrante dice no haber sido discriminada, aunque reconoce haberla visto en otras personas en varias ocasiones.

En la actualidad está buscando cómo acceder a alguno de los recursos LGTBI donde se pueda sentir realmente ella sin sufrir ningún tipo de discriminación por ser mujer, por su orientación sexual y ser migrante. “¿Por qué tengo que ocultar que soy bisexual? Forma parte de mi identidad”, concluye.

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