Reírse del sinhogarismo: el nuevo peligro ‘influencer’. Esto es lo que venimos observando desde la Asociación Realidades en las últimas semanas en las que hemos visto cómo han aumentado episodios de burlas e imágenes estereotipadas hacia personas que están sin hogar por parte de ‘influencers’, que tienen como objetivo generar contenido en sus redes sociales con este tipo de humillaciones que dañan la dignidad de las personas a las que acompañamos.

La última ha sido la influencer Betsa Bermúdez, que ha subido un vídeo a Tik Tok ridiculizando a una persona en situación calle a la que le compró agua, un refresco y una crema solar, convirtiéndose esta última en motivo de disputa al considerar que se trataba de un «caprichito». Además de imitar la voz de la persona necesitada con un claro tono de mofa. Como ya avisamos en su momento esto «no es ayuda», es aporofobia.

Este tipo de contenido muestra, una vez más, la falta de sensibilidad y empatía que tiene una parte de la sociedad que ignora cuál es la situación real del sinhogarismo. Recordamos que estar sin hogar puede ser “habitar” en una infravivienda, dormir al raso o ser una empleada doméstica sin recursos, por ejemplo. “Habitar” en un refugio de uralita con temperaturas superiores a los 50 grados puede suponer un peligro real para la salud, en un momento en el que se han cuadriplicado las muertes por calor extremo, respecto a 2021.

Este colectivo ha sido susceptible de sufrir en primera persona secuelas como la deshidratación, mareos, dolores musculares o quemaduras en la piel por no disponer de acceso a refugios climáticos. En Realidades confirmamos el aumento del número de participantes que solicitaban duchas, servicio de lavandería, agua fresca para hidratarse y cremas solares. También recordamos que detrás de cada persona sin hogar se esconde una dura historia que, en muchas ocasiones, son claros casos de superación. Hay veces que lo único que necesita la persona son herramientas puntuales que le permitan avanzar en su proceso vital.

Otro de los contenidos que denunciamos en los últimos días fue el vídeo que se viralizó de Borja Escalona, que incitaba a dos viandantes a tirarle un huevo a una persona en situación de calle por 50 euros. Una situación que salió a la luz, tras hacerse público un chantaje que le hizo a un restaurante. De lo contrario, hubiese quedado oculto.

En el mes de julio también vimos que algunos ‘influencers’ romantizaban la pobreza en sus respectivos viajes por varios países de África. Algunos subieron fotos con personas locales, como si fuesen una atracción turística, o se quejaban del ‘drama’ de “tener derecho a duchas de 20 litros de agua por persona”. Sin entrar en aquellos que «regalaban» gafas de sol y otras prendas a personas con falta de recursos para promover marcas y, así, incrementar sus beneficios a través de las redes sociales.

Romantizar la pobreza implica normalizar realidades de máxima vulnerabilidad, víctimas del incumplimiento de Derechos Humanos tan básicos como el de disponer de una vivienda digna, empleo o acceso al sistema sanitario.

En el Centro de Día de Realidades, que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid, hemos multiplicado el servicio de lavandería, duchas, agua fría y comedor, para que los participantes estuviesen bien hidratados y protegidos ante el calor extremo. Esto pone de manifiesto la necesidad de alcanzar el derecho a la vivienda de forma completa, ya que esta debe ser mucho más que tener acceso a un techo y cuatro paredes.

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