Cocinar la calle es el resultado de un taller de vídeo realizado en 2019 y en el que han participado personas que están o han estado sin hogar. Una narración de los diferentes itinerarios que viven hombres y mujeres a la hora de enfrentar el sinhogarismo.

Conoce los distintos itinerarios
de hombres y mujeres sin hogar

Existen causas estructurales que provocan que miles de mujeres y hombres estén sin hogar en España. Las políticas públicas de vivienda han fallado en su intento de corregir un modelo que arrastramos desde hace décadas, y que considera este derecho como un negocio. Las consecuencias de la crisis económica y el aumento de las desigualdades han tenido un impacto brutal, y ahora hay nuevos factores que dificultan el acceso a una vivienda digna y adecuada. Los alquileres turísticos o el papel de los fondos buitre hacen subir los precios, no solo en las grandes ciudades, sino también otras muchas capitales de provincia.

Dentro de ese contexto común, la experiencia de un hombre o de una mujer que tienen que hacer frente a una situación de sinhogarismo suele ser muy diferente. Las causas concretas que les llevaron a la calle, y sus estrategias para salir de ella suelen tener características distintas. Por desgracia, las desigualdades de género están también muy presentes en estos intinerarios.

En los testimonios de nuestro documental “Cocinar la Calle” podemos ver ejemplos claros de estas diferencias.

 

Ellos y ellas

Ellos se quedaron sin vivienda por una pérdida del trabajo, o de los lazos familiares, después de atravesar un proceso penitenciario, o como consecuencia de las dificultades de la migración.

Ellas, además de algunas de esas situaciones, sufrieron la dependencia económica de sus parejas y en algunos casos tuvieron que sobrevivir a la violencia machista. Un desahucio familiar pudo convertirse en el detonante de una vulneración total de derechos, empezando por el de la vivienda.

Cuando se vieron en la calle, las estrategias que desplegaron también fueron diferentes.

Ellas decidieron acudir a amistades y familia, o Centros de Acogida de mujeres, y nunca se arriesgaron a quedarse solas. Por desgracia, su paso por algunos albergues les expuso a más situaciones de violencia machista, y vieron como a compañeras en su misma situación les pasaba lo mismo.

Ellos aguantaron meses o incluso años sobreviviendo en la calle, refugiándose solos en espacios relativamente seguros, como puede ser una nave industrial ocupada. Después conocieron otros recursos como albergues, comedores sociales, en donde reconocen que otros compañeros reprodujeron patrones machistas y violencia contra algunas mujeres sin hogar.

Tanto los hombres como las mujeres tuvieron que hacer frente a la invisibilidad que supone el sinhogarismo. De manera añadida, la aporofobia les expuso a situaciones de violencia en las que las relaciones de género también son decisivas. Darle la vuelta a estas situaciones implica corregir las causas estructurales del sinhogarismo y la vulneración del derecho a la vivienda, pero además hay que actuar sobre las desigualdades de género y entender esas experiencias de los hombres y las mujeres a la hora de actuar sobre esas realidades.

Si quieres conocer más sobre los diferentes itinerarios que recorren hombres y mujeres para superar el sinhogarismo, no te pierdas “Cocinar la calle – Dale la vuelta a la tortilla

El sinhogarismo encubierto es la situación de alojamiento más frecuente entre las mujeres sin hogar.

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